Reflexiones de mi viaje a Angola

Descubre las lecciones aprendidas durante un viaje a una realidad diferente

Este post será un poco diferente, ya que quiero compartir mis reflexiones personales sobre mi reciente viaje a Angola. Mi nombre es Kiko Palomares y para empezar, quiero ponerles en contexto. Hace unos días regresé de un viaje a Angola, un país en el sur de África. Fui con Mundo Orenda, una ONG formada por Rebeca Amarilla y Rocío, a quienes agradezco mucho por permitirme acompañarlas en este viaje. Ellas tienen un proyecto social en una pequeña comunidad de Angola llamada Camizungo y trabajan con una ONG local llamada Dados.

En resumen, su labor es enviar desde España materiales para construir proyectos en la comunidad, como la escuela que se construyó hace unos meses. El objetivo de nuestro viaje era inaugurar un centro médico que se ha estado construyendo en los últimos meses. En este artículo, no quiero centrarme tanto en el proyecto o las actividades que realizamos allí, sino en las reflexiones y conclusiones que surgieron en medio de una realidad tan diferente a la mía.

La realidad y los órdenes imaginados

Creo que un buen punto de partida es hablar del concepto de realidad y de los órdenes imaginados, un término que leí en un libro. Los órdenes imaginados se refieren a las normas y creencias compartidas que permiten la cooperación entre personas. El orden imaginado más claro y extendido en el mundo es el dinero, ya que todos creemos en él. Este tipo de órdenes permiten que personas que no se conocen cooperen.

Un día, mientras viajábamos en coche, paramos en una gasolinera y vimos a un niño pequeño limpiando los zapatos de un hombre. Una de las chicas con las que viajaba lo encontró inapropiado y mencionó que no era natural que un niño hiciera eso. Entonces, me quedé pensando todo el día: ¿Quién define lo que es natural? Mi orden imaginado me dice que no es normal que un niño haga eso, pero estoy seguro de que muchas personas allí lo consideran normal.

Las diferencias culturales

Un día, hablando con los profesores de la escuela, una de las chicas con las que viajaba le preguntó a un profesor si tenía novia o esposa. Él respondió que no, pero que quería dejarlo para el próximo año. Ella insistía en que no podía planearlo, ya que esas cosas surgen naturalmente. Pero en Angola, las cosas pueden ser diferentes, tal vez allí sea normal planear ese tipo de cosas con anticipación.

La influencia de nuestras acciones

Otro aspecto que me hizo reflexionar fue el impacto de compartir nuestras costumbres con personas que viven en lugares menos desarrollados. ¿Es correcto imponer nuestra forma de hacer las cosas? A lo largo de la historia, el ser humano ha buscado mejoras para su vida, pero a veces esas mejoras pueden tener efectos no deseados.

Un ejemplo claro es el correo electrónico. Antes, escribir una carta llevaba tiempo y recibíamos pocas, todas con mensajes importantes. Ahora, recibimos decenas de correos electrónicos y mensajes al día, la mayoría con contenido irrelevante. Al ir a comunidades menos desarrolladas y mostrarles nuestras costumbres, corremos el riesgo de imponerles necesidades que no tenían.

El problema de la basura

Un problema común en Angola es la basura, especialmente el plástico. No creo que sea porque allí la gente sea menos limpia, sino porque no tienen un buen sistema de recogida de basura. Sin embargo, también les falta conciencia sobre el daño que los desechos plásticos causan al medio ambiente. Incluso en lugares como Barcelona, donde hay sistemas de recogida, sigue habiendo problemas de basura en las playas. Como sociedad, deberíamos aspirar a no tirar basura y reciclar más.

Uno de los días en Camizungo, organizamos una recogida de basura y propusimos llevarla a un vertedero cercano. Sin embargo, aunque hayamos recogido la basura, esta sigue existiendo. Es importante generar menos desechos y reciclar. Desde que regresé, he implementado algunos cambios en mi vida, como usar bolsas de algodón para comprar fruta y vegetales, y bolsas biodegradables para la basura. Aunque estos pequeños cambios no resolverán el problema global, es mi granito de arena.

Conclusión

En resumen, mi viaje a Angola fue una gran experiencia, sobre todo por la gente increíble que conocí. Fueron amables, generosos y siempre dispuestos a ayudar. Y los niños, tan cariñosos, incluso conmigo, que no soy tan afectuoso. Si has llegado hasta aquí, gracias por leer, y nos vemos en el próximo video.

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